Poliporácea de talla grande, consistencia rígida y suberosa. Carpóforo en forma de casco de caballo, adornado con zonas de vivos y llamativos colores: amarillento de joven, después anaranjado, amarillento o pardo-rojizo con el borde más claro. Cutícula oscura, lisa, irregular, tonos caoba, como lacado. Banda clara en el borde exterior. Puede alcanzar los 30 diámetro, creciendo anual y concéntricamente. Parte inferior himenial, blanquecina-cremosa, con poros muy juntos y pequeños, de aspecto aterciopelado. Sésil, se adhiere firme y directamente a los troncos.

Se parece a otros yesqueros grandes, como FOMES FOMENTARIUS o DAEDALEA QUERCINA.

Saprófito lignícola, sobre todo en bosques de coníferas, pinos, abetos e incluso en caducifolios, como hayedos. Produce podredumbre parda, al descomponer la madera.

Todo el año, especie perenne. Ataca árboles o troncos viejos, acelerando la descomposición. Su presencia en el pino es una señal inequívoca de que no está sano. Se trata del yesquero más utilizado por el hombre, para encender fuego.

Inservible para la cocina. Desde el médico griego del S. I, Dioscórides, se ha utilizado en medicina para el tratamiento de numerosas enfermedades: hígado, ictericia, fiebre, piedras del riñón, acidez, asma, problemas musculares y articulaciones, fracturas óseas o incluso tuberculosis.

Foto: Jordi Badía. ichn.iec.cat